sábado, 28 de diciembre de 2013

Capítulo 37: "Espontaneidad."

― ¿Así qué sabes tocar la guitarra? ― le preguntó Akane, a un sorprendido Akita.

Justo en ese momento, Akane, Yoshiki, Akita y por supuesto Yamile, estaban en  la escuela. Ese día Akita se les había acercado, llevando consigo repentinamente, un escuche muy grande de una guitarra. Por ello la chica le había preguntado aquello.

― Ajáaa... podría decirse que si. ― dijo él.

― ¡Eso es genial! ― dijo entusiasta la chica. ― ¿Tú sabes tocar guitarra? ― le preguntó a su novio, mientras lo abrazaba por la cintura.

― Estoy en ello... ― contestó tímidamente el aludido.

Pero Yamile seguía mirando a Akita, que al darse cuenta de aquello, sacó la guitarra. Luego se recargó en la pared tras él y comenzó a mover los dedos sobre las cuerdas.

Yami lo escuchaba atenta, y pronto reconoció la canción. Se trataba de la canción de inicio de uno de los animes que Akita le había recomendado tiempo atrás; y aunque era muy sencilla la melodía y no requería realmente mucho esfuerzo de parte del chico, Yami quedó prendada de aquello.

― ¡Me gusta como suena! ― le dijo ella ― Ay, me gusta mucho esa canción... ¿Podrías enseñarme?

― ¿Te gusta la guitarra? ― le preguntó Akita ― ¿Sabes tocarla?

― Si, me gusta mucho. De hecho, ahora en las vacaciones pasadas, mis papás me han  regalado una; pero no he conseguido tocarla correctamente aún... y no hay nadie que me enseñe. ¿Tú podrías?

― Pues... en realidad, tampoco sé mucho. Recientemente he comenzado con esto. ― Luego comenzó a entonar una canción relacionada con una famosa serie de peliculas sobre un mago adolescente.

― ¡Ah! ¡Enséñame! ― dijo ella, muy entusiasmada y extasiada por Akita ― No importa si no sabes mucho.

― Solo son... melodías simples. ― dijo él, sin dejarse halagar.

― Pero, aunque sean cosas simples, podrías enseñarme lo poco que sabes. Quizá aprendamos juntos. ― le respondió ella, provocando que finalmente, él accediera.

Lo cierto es que lo que más le emocionaba de aquello, no era aprender la guitarra simplemente; sino que fuese Akita su "maestro".

Últimamente, las cosas no iban muy bien entre ellos. Él estaba muy distante de todos en general, lo que le impedía a ella, tratar de ser más especifica con sus sentimientos; y el hecho de que hace unos días, ella se enterara de que por su culpa él estaba "mal"... pues no le hacía sentirse mejor.

Pero después de pensarlo mucho, Yamile había decidido que no se rendiría tan fácil. Trataría un poco más con Akita, pues él en verdad le gustaba... hasta que claro, él dejara muy en claro, que no tenía interés en ella.

Por ello, no se opuso cuándo al salir temprano de la escuela, él se ofreció a acompañarla; alegando que no tenía nada mejor que hacer. Pero ya que Akane vivía relativamente cerca de ella, los 3 habían tomado el mismo camión.

― ¿Por qué nos acompaña? ― le susurró Akane, mirando a Akita, que estaba un poco alejado de ellas.

― Se ofreció a acompañarme.... ― dijo Yami, como si eso fuera obvio.

― Eeeea... ― le dijo su amiga con una enorme sonrisa ― ¡Pilla!

― Ya, cállate ― le susurró nerviosa Yamile. Y de pronto, su amiga rió por lo bajo, mientras miraba a Akita. ― ¿Qué te pasa ahora?

― Miralo. ― dijo Akane, ahogando una risa ― Es tan alto... que tiene que ir encorvado. Supongo que realmente debe querer ir contigo, para aguantar esa pose...

― Te dije que te callaras...

― ¿Por qué? ¡Mira, tontita! ¡Te has sonrojado!

Yami giró el rostro, evitando ver a su amiga, y se topó con los ojos de Akita, quién en una seña, le indicó que frente a él había un par de asientos vacíos. Entonces Yami le hizo una seña a Akane, avanzó nerviosa hasta él y tomo asiento. Ambas se sentaron, y luego ella miró a Akita.

― ¿G.gustas darme el es..tuche? ― le preguntó ella con un temblor de ansiedad en la voz  ― Para que no te estorbe.

Akita le sonrió y aceptó. Entonces ella lo tomó; le gustaba aquello. La hacía sentirse... más en confianza con él.

Luego de eso, los 3 fueron platicando el resto del camino; Yami iba distraida, hasta que de pronto, Akane le recordó que ahí debían bajar ellos dos.

― ¡Adiós tontita! Marcame en cuanto llegues a casa... o puedas hacerlo. ― le dijo su amiga sonriente.

Luego, ambos esperaron el camión, que los llevaba hasta la casa de Yami. Lo cierto es que ella lo notaba un poco desorientado, pero en ningún momento, dio señales de querer apartarse de ella. Ni siquiera cuándo una vez dentro de aquel camión, se sentó junto a ella y estaba en una pose muy incomoda.

Cuándo al cabo de un par de minutos, ellos bajaron, caminaron hacía la gran puerta del edificio donde ella vivía.

― Aquí es. ― dijo ella, sin querer despedirse aún.

― Oh, ya veo. ― él miró el lugar un par de segundos. ― ¿Damos una vuelta? ― preguntó finalmente.

Ella accedió y ellos comenzaron a caminar. Lo guió a través de calles, sin ir con un rumbo fijo; y de vez en cuándo, él se detenía a mirar alguna casa, o a comentar algo. Y aunque eran cosas vanas, ella se sentía a gusto. Estaba contenta caminando a su lado, aunque fuera algo tan sencillo como eso.

Fue en ese momento, cuándo ella se dio verdadera cuenta de que era esa actitud en él lo que le gustaba en serio: esa forma de hallar algo divertido en cualquier tontería o decir cualquier cosa y ser gracioso; porque era algo sumamente espontaneo. Eso le encantaba y le provocaba una sonrisa como ninguna.

Ella iba risueña pero sificientemente callada. Se sentía a gusto, pero también estaba nerviosa... sabía que estaba sonrojada y sentía a su corazón latir deprisa. Pero en cambio él, parecía tan natural a su lado...

¿Era cierto que ella lo hacía sentir mal?

Incluso, quiso aprovechar para decirle en ese momento, sobre sus sentimientos. ¿Cómo hacerlo? Pero finalmente desistió. Estaba disfrutando tanto de eso, que temía arruinar las cosas al decirle... Y suspiró. Ya se armaría de valor otro día; por ahora, solo disfrutaría esa sonrisas a su lado.


Cuándo finalmente empezó a atardecer y la temperatura bajó, ambos regresaron hasta la puerta del edificio dónde ella vivía.

― Supongo debo irme. ― dijo él.

― Si.... supongo. ― dijo ella con cierto pesar. Quería invitarlo a pasar... pero ¿Él querría? Además, seguramente su mamá los incomodaría.

¡Cómo quería ir y abrazarlo! Quería siempre ver esos ojos brillantes que él le estaba brindando... quería hacerlo tan feliz como pudiera.

En ese momento, Yami se dijo a si misma, que procuraría siempre hacerlo feliz; sin importar que tipo de relación hubiera entre ellos, ella siempre trataría de hacerlo sentir bien. Y de paso, ella quería ser especial para él... no quería ser sólo otra chica del monton que iba tras él; quería ser aún más.... tanto cómo él se lo permitiera.

Yami se sonrojo, al descubrirse a si misma teniendo esos pensamientos. ¿Qué es lo que este chico era capaz de hacerle pensar o sentir?

― ¿Sabes regresar por tu cuenta? ― preguntó finalmente ella, sintiendose un poco incomoda. Como una niña que ha sido pillada en un acto de travesura.

― Aaaah... ya averiguaré. ― él le sonrió, con esa confianza que la derretía por dentro. Como le gustaba esa sonrisa. ― Adiós. ― dijo, mientras él se acercaba, le plantaba un beso en la mejilla y luego la abrazaba.

Ella también se despidió, y lo vio caminar lejos. Esa fue la primera vez que sintió un vació al verle marchar, sin estar ella satisfecha de cortar su compañía...  quería tenerlo aún a su lado.

Luego, ella entró a casa y suspiró.

Debería comenzar a plantearse, el como decirle a su madre sobre él... ¿no? Después de todo, hasta ahora, no había conocido a alguien tan importante para ella.

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