viernes, 27 de diciembre de 2013

Capítulo 36: "¿Qué se supone que deba sentir? Todo por ti..."

Yamile iba conversando con Akane; ambas iban caminando por el patio en dirección a la salida.

Como eran los primeros días del segundo semestre, no tenían demasiadas cosas que hacer; por ello podían desperdiciar la mayoría de tiempo, paseando por ahí. E iban solas, porque el resto de sus amigos  ahora preferían pasar el tiempo en el gimnasio, entrenando. (Takeshi, Kenichi y Kenta también se habían unido al equipo de artes marciales, con Akita)

Lo cierto es que Yami se las había apañado para convencer a su amiga de dejar a Yoshiki a solas un rato, disfrutando de sus amigos; lo que le dio a ambas, la oportunidad de platicar en confidencia también.

Y aunque al principio Akane accedió, al cabo de un par de horas comenzó a mostrarse ansiosa por ver a su novio: por eso, ahora ambas buscaban al grupo de amigos de Yoshiki. Y aunque Yami no lo admitiera, quería ver a Akita, ya que de algún modo, ella también había visto que él solía pasar algo de tiempo con Yoshiki.

― ¡Mira!  ― dijo Akane con un dejo de alegría en la voz ― ¡Allá está! ― y señaló en dirección a un chico delgado y de cabello en puntas, que aún se encontraba muy lejos.

― ¿Estás segura? ― preguntó Yamile, que no alcanzaba a ver muy bien ― ¿Cómo has podido verle desde acá?

― Lo conozco; además es mi novio y ya quiero verlo.

Yami sonrió a medias. Y repentinamente fue jalada del brazo por una ansiosa Akane que caminaba a grandes zancadas.

― ¡Hola! ― le dijo Akane a Yoshiki, rodeandole los hombros con los brazos. El chico sonrió y le susurró algo; luego la beso. Todo eso provocó que Yamile comenzara a sentirse un poco incomoda en medio de esa escena cursi.

― Oh, por cierto. ― dijo Akane al separarse de su novio ― ¿Has visto a Akita?

― ¿Akita? Pues no, no lo he visto en un buen rato. No ha estado conmigo.

― Pensé que estaría... es que Yamile lo buscaba. ― En eso, se acercó y le susurró algo al oído. Lo que provocó cierto desconcierto en Yami, ya que Yoshiki la vio con cierta sonrisilla pícara.

― No. Tiene algo de tiempo que ya no lo tengo pegado a mis talones. ― dijo él ― Espero lo encuentres.

Luego, la pareja se despidió y ellas volvieron a su caminata.

― ¿Q.qué le has dicho? ― preguntó algo insegura Yamile, pues no sabía si era correcto preguntar.

― Eso ya no importa ― le dijo entre risas.

― Yo no quería buscarlo... le mentiste. ― dijo Yami, a  sabiendas de que eso no era del todo cierto.

― No fue mentira, yo sé que si. Además, el ver tu cara toda sonrojada, valió la pena.

De pronto, Akane se detuvo de golpe. Miraba anonadada una escena que sucedía un par de metros adelante: Akita iba con una gran sonrisa en el rostro, mientras caminaba acompañado de una chica delgada, pequeña, de largo cabello, y a la que no le pudieron ver la cara porque iba de espaldas a ellas.

Yami miró lo mismo que Akane, quién de inmediato la tomo de la mano y la alejó de aquel sitio.

― ¡Hey!.... ¡Hey! ― dijo Yami entre jadeos, tratando de mantener el ritmo de su amiga ― ¡¿Qué diablos... estás... haciendo?! ― finalmente Akane se detuvo, cuándo ya estaban bastante alejadas del edificio de aulas.

― Eso... eso no fue... bueno. ― le respondió su amiga, también hiperventilando.

― ¿Por qué me arrastraste hasta acá? ― le preguntó Yami, una vez que recuperó el aliento.

― ¿Qué no viste eso?

― ¿El qué? ― preguntó Yami algo confundida ― ¿A Akita?

― Si. Pensé que eso no era bueno para ti ― Akane la miró aún más confundida ― ¿O qué no estás celosa?

― Oh, eso. Pues, no es la primera vez que lo veo con alguna chica. ― le dijo Yamile ― Además, no tengo ningún motivo para sentirme celosa de eso; no es como si él y yo fuésemos algo.

― ¿Qué? ¿No sientes nada al verlo así? Yo conozco a esa chica, y no....

― No. ― dijo Yami interrumpiendola ― No me siento celosa... ya te dije que no veo porque estarlo. Él es libre de hacer lo que quiera, ya que no es nada mio.

― Pero... ― Akane parecía desconcertada.

Yami se sentó en una de las jardineras cercanas. ― Además, ni siquiera estoy segura de lo que él siente por mi. ¿Por qué armar toda esta pantomima y alejarme de ahí, solo por eso?

Lo cierto es que aunque no sentía celos, si se sentía extraña:

En primera, aunque no le había visto la cara, con solo ver caminar a la chica, la había reconocido. Ella también conocía a esa chica: era ella quién le hacía desaires con la mirada a Yami; quién al verla caminar, la barría con la mirada, y quién al pasar a su lado la empujaba. No conocía a la chica, pero le caía mal que la tratara mal, sin siquiera conocerla. Y le exasperaba verla a un lado de Akita, y que él le sonriera tan abiertamente.

Además, también extrañaba a Akita, porque ultimamente no había pasado demasiado tiempo con él; y aunque entendía que era debido a los exámenes y que él debía presentar para aprobar las materias, quería poder pasar más tiempo a su lado. Porque también temía que hubiera otro motivo para alejarse de ella...

Pero si todo eso era por el bien de él.

Akane la miró y suspiró ― Eres taaaan tontita. Pero supongo que sí está bien para ti.... regresemos al salón.

Fue al entrar, cuándo Yamile tuvo en verdad ganas de llorar: Akita parecía volver a estar decaído. Estaba sentado de nuevo al fondo del salón, sentado en una banca con la cabeza sobre la mesilla, y cubierto por su chamarra.

― ¿Qué ha pasado? ― preguntó en cuanto Kenta se acercó a ella.

Él chico que al parecer sólo iba a saludarla, pareció que se molestó por que alguien más le robaba la atención de la chica; aún así le respondió. ― No lo sé. Hace un instante estaba bien y platiqué con él; pero al entrar aquí... supongo que es todo el estrés de la escuela y las clases de judo y... ― pero Yami no lo siguió escuchando. Estaba preocupada, mirando a ese chico.

¿Sería verdad que era la escuela? ¿Las clases de judo? ¿Los exámenes?.... ¿Cómo podía ayudarlo?

― No creo que sea buena idea que tú vayas. ― le dijo la voz de Kenichi a sus espaldas.

― ¿Eh?  ― preguntó ella sobresaltada ― ¿Por qué lo dices?

― Aaaaaam... recuerdas qué... tú me dijiste que averiguara de él ¿No? ― le dijo pausadamente su amigo.

― Ajá.

― Pues. ― Suspiró. ― Tú eres el motivo.

Yami lo escuchó atentamente: ¿Yo? La idea no acaba de entrarle a la cabeza. ¿Cómo era posible que ella le provocara aquello?

En ese caso... ¿No era mejor que ella se retirara, para que él dejara de sentir eso?

Ella suspiró. Ciertamente se sentía mucho más frustrada que antes....

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Escribe tu opinión, y deja un pedazo de tu corazón aquí, así como yo revelo un poco del corazón de aquella chica, al escribir esta historia...