sábado, 21 de julio de 2012

Capitulo 30: "¡¡Abre los ojos!!."

"No lo hagas hermanita... por favor." ― La voz de Akita resonaba todavía en sus oídos.

Ella en verdad quería verlo.

Akita....... te extraño...... - Aquel último pensamiento inundó totalmente su mente. Luego, todo dejo de tener sentido...

[...]

De pronto, ella abrió los ojos rápidamente y se sintió desorientada. 

No podía distinguir donde estaba, pues todo a su alrededor estaba oscuro, por lo que tardo un tiempo en acostumbrar sus ojos y poder distinguir mejor.

Poco a poco, se fue dando cuenta de que se encontraba en una pequeña habitación oscura en dónde no había nada más que una puerta; así que sin más opciones, avanzó hacía ella. Y una vez fuera, encontró una especie de lampara de aceite en el suelo y se agachó para tomarla; inmediatamente comenzó a distinguir más cosas en esa nueva habitación.

Era un sitió frío y sumamente grande, tan grande que no se alcanzaban a distinguir las paredes por la lejanía, o por que simplemente no las había. Había además, varios bultos de diferentes tamaños desperdigados por el suelo, los cuales para Yami eran familiares, pese a que no encontraba forma a aquello.

¿Dónde estaba? ¿Qué significaba aquello?

Entonces, comenzó a dar pasos hacía el bulto más cercano y fue consciente de algo más: Una vestimenta que le era familiar... Porque aquellos bultos eran personas; y no cualquier persona, sí no que ¡Se trataba de ella misma!

Un poco asustada, pero a la vez curiosa, se acercó más a "ella". Fue en ese momento, que se percató que no era exactamente ella misma, pues la chica en el suelo, pese a tener los mismos rasgos faciales y vestirse prácticamente cómo ella, se veía más joven. Entonces, Yami entendió que era ella pero cuándo tenía 14 años.

Lentamente se agachó y con cierta cautela, se toco. Eso hizo que la Yami de 14 años abriera los ojos y que Yami tuviese una especie de visiones, que reconoció cómo sus propios recuerdos a aquella edad: Vio cuando conoció a Tenshu; las travesuras hechas con sus mejores amigas; los diplomas y premios obtenidos... todos lentamente fueron pasando por su cabeza, hasta desvanecerse por completo.

Un poco aturdida todavía, Yamile se levantó tambaleante y sacudió la cabeza.

Avanzó entre los bultos y se reconoció en diferentes etapas de su vida. Había una Yami, por cada año de vida que llevaba; y se entretuvo acercándose a cada una de ellas y hurgando entre recuerdos agradables o melancólicos.

Pero repentinamente se  percató de que había un bulto de más: Una Yamile que estaba recostada al centro del resto, que llevaba puesto un vestido de color blanco y que tenía los ojos perlados de lágrimas. No hizo falta acercarse a ella para despertarla, sino que fue la chica quién tambaleante se levantó y avanzo hacia ella. Y al verla, Yami se dio cuenta de que era exactamente ella misma... y sin chistar, la chica la abrazó.

En ese momento, Yamile pudo ver toda su vida pasar. Los momentos más felices: cuando era una pequeña y solía divertirse con su hermano, cuándo llegó su primer perro, la vez que aprendió a andar en bicicleta...; ah, pero claro, también estaban aquellos tristes: todas esas veces que se sintió abandonada, olvidada y aburrida... todos sus esfuerzos fallidos. Y vio a las personas a quienes había conocido durante su vida, su amada Kaiya, la inocente Sayu., la sabia Arween, el alegre Janao, el tonto Takeshi, la impulsiva Akane, el sumiso Kenta, el neutral Kenichi, ese patán de Janao, y por último, al cambiante Akita y sus ojos que le encantaban...

"No lo hagas hermanita... por favor..."......... volvió a escuchar su voz...

Fue entonces, que la otra Yami la zarandeo, y la hizo regresar de sus divagaciones.  ― ¡Lo qui.quiero!... ― dijo con la voz cargada de emoción, pero entrecortada por las lágrimas.

― ¿Eeeeh? ¿A qué te refieres? ― preguntó consternada.

― Lo qui.ero... por fa..vor ¡Abre los ojos y da..date cuenta! Tú tam..también lo quieres.... ¡Y lo sabes!

― No te entiendo... ¿Qué es lo que se supone yo también....? ― De pronto, a lo lejos se escuchó pasos acercándose en esa dirección; por lo que Yami interrumpió la pregunta y observo atentamente. A lo lejos una silueta alta se acercaba hacia ellas.

En ese momento, la otra Yami de vestido blanco, se giró hacía aquella silueta con una expresión de emoción y alegría sumamente notoria. Entonces, ella se percató de a quién correspondía aquella silueta: se trataba de Akita.

Akita... Akita...

En cuanto lo vio sintió un vuelco en el corazón, acompañado de la incontrolable necesidad de abrazarlo. Y al tenerlo de frente pensó que él complacería aquel deseo, pues extendió sus brazos hacía ellas. Sonrió, por que por un instante, ella se emocionó ante la perspectiva de abrazarlo; pero en vez de eso, el abrazó a la otra Yami.

Ella permaneció un instante mirándolos; entonces pareció comprender.... "Eso" era a lo que se refería la otra Yami... a que quería a Akita.

Al darse cuenta de eso, comenzó a llorar. En serio lo quería; quería tenerlo frente a ella y abrazarlo, quería mirar esos ojos hermosos, quería sentirse protegida por él y protegerlo de vuelta, quería estar a su lado, quería hacerlo feliz, quería sentirse querida por él y poder mostrarle que lo quería; pero sobretodo, quería ser especial para él y no sólo ser un recuerdo del que pudiese olvidarse fácilmente... ¡EN VERDAD QUERÍA A AKITA!... Fue como si abriera los ojos ante sus verdaderos sentimientos.

Una canción bastante familiar sonaba en la mente de Yami al ver esa escena.... sabía que era una canción importante. Una canción que la hacía sentír sumamente feliz y también melancólica. Y mientras él seguía abrazado a la otra Yami y permanecían enlazados así, él claramente pronunció su nombre una y otra vez. ― Yamile... Yamile... Yamile, abre los ojos.

― Yamile ― Esa última voz, no había sido la voz de Akita, y Yami se sintió desconcertada.― Yamile... ― De pronto, se dio cuenta de que era la voz de su madre. ― Yamile ¡Despierta!

[...]

Yami abrió lentamente los ojos. Ya estaba de regreso en su habitación y su madre la llamaba. ― Llevas dormida toda la tarde, es hora de que despiertes.

Parpadeó un par de veces.
Eso había sido un sueño, y había estado tan profundamente dormida que lo sintió real...

― Sera mejor que te apresures. ― le dijo su madre ― Debes terminar los deberes...

Yami se incorporó.

Pese a que sólo había sido un sueño, había algo que aún sentía real y muy fuerte: La necesidad de ver a Akita.

Akita...

Sonrió complacida, de por fin darse cuenta de aquello. Era ironico, porque finalmente, de algún modo se dio cuenta que desde hace mucho sabía que había sido él...

Él era a quién ella quería. Él realmente le gustaba más que a nadie.

¿Cuándo podría volver a verlo?

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De nuevo, la canción que escucha Yamile es de suma importancia... posteriormente leerán porqué ^u^.

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